Siendo una niña, como muchos de vosotros, aprendí a jugar con las palabras oyendo las retahílas que me cantaba mi madre.
Cinco lobitos tiene la loba,
cinco lobitos detrás de la escoba.
Cinco parió, cinco crió
y a todos los cinco tetita les dio.
cinco lobitos detrás de la escoba.
Cinco parió, cinco crió
y a todos los cinco tetita les dio.
Canciones e historias populares de autoría colectiva, heredadas, que todavía resuenan en mis oídos con su carga emotiva y con connotación, algunas de ellas, fundamentalmente sexistas, que han dejado una huella ineludible en mí. Como esas retahílas de mi infancia, os ofrezco aquí las mías: esas series, hileras o ristras de palabras salidas de mi imaginación, recopiladas en relatos, con estructuras encadenadas o eslabonadas, que iré transcribiendo en estas páginas todavía en blanco. Con todas ellas, dibujaré formas ascendentes, descendentes y circulares armonizando el mapa aparentemente inconexo de mi creatividad.
Esas retahílas, esos cantos de las madres se quedan muy adentro, escondidas en los recovecos del inconsciente y salen a relucir cuando las escuchas, viejas canciones como las de tu madre (mi suegra) que me llevan a las escaleras de la casa de vecinos escuchando cantar a mi madre, añoro esos juegos nada sexistas en los que lo mismo jugábamos a piola, al esconder, a saltar como hacer punto
ResponderEliminarPocos hombres de tu generación apuestan por tomar una actitud ante la vida nada machista, tú eres de las pocas excepciones. Aunque afortunadamente las cosas cambian...
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