CITAS

Hay días que amanecen sólo para que uno pueda seguir soñando. Días en los que uno siente que el lance merece la pena, que el latido sigue ahí y que ni puedes ni quieres prescindir de él, que es posible derrotar miedos y vencer temores. Días en los que la magia de una sonrisa acude para salvar tu alma. Días en los que un gesto cómplice o una mirada en eterna sorpresa son capaces de ordenar el desorden de tu mundo puesto del revés. Días en los no cabe más la ternura. Días en los que el tiempo se detiene y el resto del universo carece de toda importancia.

Hay días en los que uno se alegra de estar vivo. O de que exista alguien que le haga sentirse así. Vivo. (Pedro de Paz)






miércoles, 11 de enero de 2012

REMANSO DE AGUA


      
http://v6.cache8.c.bigcache.googleapis.com/static.panoramio.com/photos/original/5725307.jpg?redirect_counter=1
Foto de  R.Merino.   
       
      Adentrándome en el bosque, después de caminar durante horas, descubrí un remanso de agua escondido entre la maleza. La primavera había vestido de un follaje de múltiples tonalidades verdes los árboles que unos meses antes parecían raquíticos. Desde las alturas, se oyó como una algarabía discordante durante unos minutos, luego un sonido monocorde al cual pronto me acostumbré y dejé de atender. Mis pies pisaron unas rocas resbaladizas cubiertas de musgo que parecían adentrarse tímidamente en las aguas estancadas. Desde allí divisé un enorme pedrusco de donde pensaba, podría contemplar mejor el maravilloso paisaje. Anduve, tratando de mantener el equilibrio, sorteando una a una las piedras que iba encontrándome por el camino. En una ocasión, me tambaleé. Para rectificar la posición, mi pie derecho tomó contacto con el agua que se iba filtrando entre las rocas. Comprobé que el líquido no había traspasado la zapatilla. Llegué a mi destino y desde esa situación de privilegio, todos mis sentidos parecían recobrar sus facultades a pesar de mi cansancio evidente. Dos frondosos árboles de tronco fino y flexible, a ambos lados del manto azulado del agua, ofrecían generosamente su sombra. Lo agradecí después del esfuerzo. Al fondo, una enérgica cascada golpeaba la superficie anquilosada del estanque formando un burbujeo de espuma blanca. El sonido del agua se hizo más audible. El sol se filtraba entre los árboles abriéndose paso y perdiéndose en las profundidades de la laguna. Ahí fue donde también se perdió mi pensamiento.    

No hay comentarios:

Publicar un comentario